Menciona a:
Jorge
Reyes, el poeta de "Quito, arrabal del cielo"
Víctor
Villegas, el poeta de "Magia y procedimientos diarios"
Francisco
Granizo, el de "Muerte y caza de la madre"
Ernesto
Carrión, el de "La muerte de Caín"
Marcelo
Báez Meza (Santiago de Guayaquil, 1969), es Máster en Comunicación
Pública de la Ciencia y la Tecnología por la Escuela Superior
Politécnica del Litoral. Ganador de cinco premios nacionales de
literatura y del Concurso de cuento breve Jorge Salazar 2010
convocado por la editorial peruana Pilpinta. Autor de cuatro
poemarios (entre los que destaca Puerto sin rostros), tres novelas
(entre las que sobresale Catador de arenas), dos libros de cuentos y
dos libros de crónicas de cine. Antologías en las que está
incluido: Poesía bilingüe (español/portugués) Entresiglos/
Entreséculos (Bianchi Editores-Edições Pilar, Montevideo, 1999);
Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos (Alfaguara,
México, 2000), compilador: Lauro Zavala; Pequeñas resistencias 3:
Antología del nuevo cuento sudamericano (Editorial Páginas de
Espuma, Madrid, 2004). Editor: Juan Casamayor.
- ARTE POÉTICA
El dilema es
ser poeta o artesano de la lengua
No es lo mismo escribir
La lluvia
está cayendo
Que
Un polvo de
cristales desciende sobre la tierra
¿Es largo
el arte en esta vida breve?
Del útero
al féretro
—esas
tumbas gemelas—
La distancia
es de un poema
¿En verdad
la pluma lo eterniza todo
Sin que nada
borre el codo del Tiempo?
El papel
muere
Atravesado
por lenguas de lluvia o agujas de fuego
Lo único
que cuenta es la palabra
Enraizada en
la memoria del mundo
¿Es la
poesía un revólver sin balas
Que azar y
lenguaje disparan?
El arma debe
ser empuñada por la música
Nada nuevo
hay bajo la Luna
Nada podemos
inventar para salvarnos
Quizá sólo
palabras
- POEMAS
El lector como Teseo
Toda ciudad-laberinto
entierra un tesoro vedado como el sentido
Y encierra un peligro del
que nos defiende
Por eso es como una cruz
inscrita en un círculo
El compás descansa en el
centro
Y va creando la urbe en
círculos concéntricos
El lector flexiona el
sentido de su marcha al voltear cada página
Deshace y hace cada
corredor de letras huyendo del centro o
/aproximándose a él
Cada estrofa es un muro,
cada espacio en blanco es una galería
Ni entras ni sales:
siempre has estado adentro
Instrucciones para
perderse o encontrarse:
Recorre sus meandros
Mientras abro la puerta
para que ingreses sin hilos
En este momento te nombro
mi Teseo
No vaciles en luchar
contra invisibles minotauros
Que tus huellas avancen
seguras por cada recodo
Y que en nada se parezcan
al rey ciego de Tebas
Que cada página sea un
corredor
Que conduzca al siguiente
poema
Oración de la ciudad
En el nombre de mi padre,
de mi hijo y del mangle santo
Vivo en una urbe donde
todos le dan la espalda a la ría
Remueven la pátina de las
estatuas de bronce
Derriban casas viejas como
quien manotea naipes
Habrá que conformarse
consultando los libros que informan
/cómo se vivía antes
Cada vez hay menos brazos
de ría
Los autos sobrepasan el
número de peatones
Ciudadanos del primer
puerto del reino de quito sufren de
/amnesia atemporal:
Han olvidado cómo vivían
o pensaban sus ancestros
Disfrazan el presente en
los centros comerciales
Para dilapidar el tiempo o
mirarse en el espejo de cualquier
/subasta
Los arquitectos abrazan
como modelo otros lares
No miran a Roma o Atenas
para reconstruirla
No revisan la antigua
cartografía
No recogen los pasos del
historiador cauto
Pocos son los que
recuerdan la lengua de los abuelos
La devoción por el pasado
es falsa como la sonrisa del burgomaestre
Por las noches, Santiago
de Guayaquil es un crucigrama de luces
Un burdel donde los
parques están enjaulados
Impidiendo la escapada de
los próceres
Un paredón en el que van
muriendo los oficios de antaño
Un teodolito vencido por
las nuevas ordenanzas
¿Cuánto se ha perdido en
manos que conocen el arte de maquillar a
/los muertos?
El pasado es enemigo de
esta ciudad consagrada
Hay que encerrar a todos
en un aula
Y enseñarles la historia
general de este puerto
Fundación mítica de
Guayaquil
A Santiago de Guayaquil la
fundaron varias veces
A mí tan sólo una
Fui un adelantado de mí
mismo
Fui dado a luz en un
prostibulario por dos negras curanderas
Estuve en el Támesis y
tapé mis narices con su olor nauseabundo
En Venecia todo es muerte
inclusive el agua
En el Nilo y el Missisipi
también enfrenté superficies turbias
El espeso Guayas que rodea
al puerto
Nada tiene que envidiar a
la podredumbre de ríos de mayor estirpe
Durante el invierno se
llena de alfombras verdosas
Su grey la llama
lechuguines
Pero hay un olor que no lo
tiene cualquier ciudad mas no proviene
/del río
Es el de los grillos
muertos en la esquina de cualquier invierno
Tan sólo me queda
recordar que amaba cruzar el río en una lancha
Ahora hay menos barcazas
debido a los bancos de arena
Habría anhelado ser
fundado varias veces y en diversos lugares
Antes de que me quiten el
río y estos poemas
Cartulario
El fuego grande asoló mi
puerto entre el cinco y seis de octubre de
/mil ochocientos
noventa y seis
(casi un año después del
nacimiento del cine)
¿Dónde están los
esteros?
¿Por qué los cegaron?
¿Por qué los segaron?
Límites de Ciudad Nueva:
Entre el estero de Lázaro
por el norte
La calle del fango por el
sur
El Malecón o Calle de la
Orilla por el este
Y la Calle Real o Barrio
del Bajo por el oeste
Procurador: provea de lo
que fuere justicia
Soy el cartulario de mis
mentiras
El rostro del
sedentario
Santa María, Macondo,
Comala…
Me es imposible inventar
otra ciudad
O simular que soy un monje
del siglo XVII
Prefiero ser un auténtico
aldeano a un falso cosmopolita
Mi nombre no es Larsen,
Buendía o Páramo
La ciudad de este
poema/río es un olor, un sabor, un cuerpo sucesivo
Una calle, un parque, un
bar discontinuo
Santa María, Macondo,
Comala…
No me llamo Ecuador,
Pacífico o Santiago.
Sólo soy el viajero
inmóvil
Usurpando el rostro del
sedentario
El último puerto
Movimientos para cerrar
una ciudad:
¿Dónde van a parar los
versos borrados por la computadora?
¿Cuánto cambia un lector
cuando se cierra un libro?
En esta página solía
vivir el último puerto
Renglones pequeños que
ansiaban ser un muelle
Recrearlos sería forjar
otros cantares
Quizá de eso se trata la
escritura
Escribir el poema perdido
O rescatar a la ciudad de
entre la niebla