sábado, 22 de septiembre de 2012

PAOLA ZAMBRANO JERIA



 


Menciona a:
Jorge Carrera Andrade
Alfredo Gangotena
Ernesto Carrión
Vladímir Zambrano


Santa Cruz, Galápagos, 1979. Estudió Diseño Gráfico Publicitario en la ESPOL, se ha desempeñado como catedrática universitaria y diseñadora gráfica. Actualmente trabaja como guía naturalista en el Parque Nacional Galápagos. Dedicada a la gestión ecológica cultural, preside el grupo de gestores culturales “Los caminantes de Galápagos y es directora del proyecto permanente de cine itinerante “La siete” .Fue tallerista del escritor Miguel Donoso Pareja. 
Ha publicado el poemario Suplicio de la horca (2005), fue incluida en el poemario 100 años de poesía erótica de mujeres ecuatorianas de la poeta Sheila Bravo (2006), Antología de poetas ecuatorianos Alianza Francesa 2006, Cuadernos Ecuador Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Guayas 2006, entre otros. Mantiene inéditos dos libros de poesía.


  • POEMAS

UNO

He probado aceite de la máquina que me construyó
Me he retorcido en la piel de un desconocido
El dolor es un trozo de madera con clavos


DIEZ Y SIETE

Consumo el dios que te cubre
Reconstruyo tu catolicismo fingido
Juego con la supremacía de tus mares

Seré fusilada por irreverente


ABANDONO

He visto desde el norte hasta la puerta de mi casa los niños que odian los carritos de guerra, los bancos llenos de suicidas que beben cerveza rancia, el amante y su relación tormentosa esperando en la ventana de un cuarto de alquiler.

He visto esas flores extrañas, que crecen espontáneamente en toda la casa, los trópicos, los desiertos y los grandes nevados, el frío intenso amenazando los tachos de basura.



He visto mis manos aborreciéndome por no poder tocar lo que veo, la noche donde el placer era necesario y al criminal que se quedó tras la puerta de baño.



He visto excéntricos hombres manejando grandes maquinarias por algunas horas, mirando con culpa a su mujer que le susurra lo que podría hacer con su cuerpo.



He visto ciegos extasiados de sonidos, los gritos debajo de las rocas, las casas derrumbándose en la playa.



He visto la soledad queriéndose tirar de algún edificio, el río sollozando dentro de un armario porque se siente solo.



He visto imágenes en la sopa caliente y también en la fría, a media noche, velas, vino y una mesa demasiada grande.



He escuchado la buena y la mala música. El último ring-ring a las 11H30 PM.

martes, 4 de septiembre de 2012

SANTIAGO VIZCAÍNO ARMIJOS


 
 
Menciona a:
David Ledesma
César Dávila Andrade
Alfredo Gangotena


Quito, 1982. Es Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Cursó la Maestría en Estudios de la Cultura, Mención Literatura Hispanoamericana, en la Universidad Andina Simón Bolívar. Fue Becario de Fundación Carolina en la Universidad de Málaga, donde cursó un máster en Gestión de Patrimonio Literario. Ha sido supervisor de estilo de diario Hoy, director editorial de Superbrands Ecuador y editor de la Dirección de Publicaciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión y de la revista Nuestro Patrimonio, del Ministerio Coordinador de Patrimonio. Textos suyos se han publicado en las revistas Letras del Ecuador, Rocinante, Ruido Blanco, Casa de las Américas (Cuba), Connotation Press (EEUU), Punto de Partida (México), entre otras. Su primer libro de poesía, Devastación en la tarde, recibió el Premio Nacional de Literatura en 2008 por parte del Ministerio de Cultura. Asimismo su libro de ensayo Decir el silencio, en torno a la poesía de Alejandra Pizarnik, que obtuvo el segundo lugar en esa categoría. Su poesía ha sido recientemente traducida al inglés por Alexis Levitin. Recibió el Segundo Premio Pichincha de Poesía 2010 por su libro En la penumbra y una mención particular en la XXVI Edición del Premio Mundial Nósside de poesía.


  • POÉTICA
Escribir porque hay un dictador en tu corazón que te impone. Hay un dictador que hace de tu corazón un ovillo. Escribir: innecesario como hacer un mueble de madera o una casa. Escribir desde el fondo de tu angustia hace que la vida adquiera la inmovilidad con la que sueña el vagabundo. Todo lo que se hace letra es una justificación de la pertenencia. Una vez hicimos el amor con la literatura pero estábamos demasiado drogados para acordarnos. Han pasado muchos años y no hemos aprendido a conjugar el Verbo. Esta materialidad se vuelve visible solo en el espejo de la página vacía. Se hace literatura por impertinencia. Uno nace viejo y vestido y punto. Es increíble el horror de una arruga que se hace pálpito. No quieres escuchar el silencio porque tienes miedo. Hay una fosa sagrada llena de misterio. Mentira. Decir el amor se olvida como la mano que invita al amigo a escapar de su llanto. Afuera hace frío y la garganta se llena de hastío. La música es el claro de luna que acompaña la mañana. Ya fui a mirar el mar pero estaba vacío. Las manos se agrietan día a día y hay alguien que robó una píldora para extasiarse. Se escribe en el ardor de una noche sin sombra. Un hombre fue a mirar muy adentro, pero estaba poblado de arañas. Un hombre no tiene trabajo, pero hay tres hijos que lo esperan. Al que escribe no lo espera nadie.


  • POEMAS


 
canto a sí mismo

Estoy enamorado de mí mismo,
hay tantas cosas en mí tan deliciosas.
Whitman
santiago ha muerto ahogado en la mácula de su ego,
ciego de la soledad de la ignorancia,
oscuro fulgor que cesa,
vulva atrofiada, cuello íngrimo.

[quiso vivir en el secreto mundo de una pretensión ridícula.
su vida fue un constante aplazar el suicidio.]

santiago,
un horrendo hijo de puta que no sabe dónde esconderse.
los lugares adonde ha ido se han poblado de la miseria de su virilidad:
enfermiza animalidad que se solaza en la memoria de un cuerpo.

dos veces ha robado por resentimiento,
por prejuicio mórbido;
también ha escupido sobre el llanto de su madre
y se ha echado a reír de desesperación.

santiago odia su primer nombre
con el que tiene que cargar como a un manco muerto.
santiago tiene ganas de llorar en el espacio desolado de la calle
donde se han de sacrificar los fantasmas, en coro,
de unos últimos suspiros.

santiago cita en otro idioma para disimular su barbarie.
dove si grida non e vera scienza
dice lezama que alude a ortega y gasset que cita a leonardo.
en eso no cree santiago.

santiago quiere ocupar el lugar donde satán hace el amor
con una niña rubia
lo monstruoso / lo monstruoso
lo monstruoso ocupa el lugar de la fricción entre dos dedos que chasquean.

[qué hacer con el silencio —dice santiago—
que rodea una línea cargada de plenitud.
qué hacer con este dios que es la exégesis de una novela del espíritu.]

santiago huye del granizo que atropella los cristales,
siente que la ciudad se encumbra hacia la noche
y hace un ovillo de la diminuta bolsa donde caben todos los males.

santiago,
otra vez ha venido tu padre a golpear a tu madre
y la mudez te ha cercenado la lengua
[tópico del miedo]
razón suficiente para gozar de angustia.

santiago ya no está solo,
pero ya no tiene ganas de repetir su nombre.

las mujeres lo miran como si hubiese violado a una tórtola
o espantado a una niña muda.

era también un niño cuando introdujeron una mano
abyecta
que destrozó su corazón.

pero no hay razón para ponerse triste, santiago.
también una mujer ha tenido al menos un orgasmo,
te ha convidado la sal metafísica de su cuerpo en limbo,
te ha ofrecido sus pezones bañados en cerveza
y se atragantaron, los dos, con el fino humor de un falo adormecido.

toda la noche escupe el cielo el morbo de un dios necrófilo.
toda la noche se masturba santiago
para olvidar el caminar de la sombra como una mula vieja,
como una mula tuerta.

santiago llora a su hijo
al que no pudo joder como su abuelo a su padre / como su bisabuelo a su abuelo
así ad infinitum…
santiago,
alguien lee tu discurso gangrenando la epidermis.
santiago, alguien quiere descifrar el ritmo de tu corazón que se desangra
al filo del grafito.

todos tenemos fe en santiago:
no será más la novia fea,
el indio sacrificado,
el aullido pobre que se multiplica.
a menos que santiago muera o se enferme
que es lo mismo. 


 
Mata a un hombre

A Estanislao Orozco

Mata a un hombre,
hazlo sufrir,
degüéllalo lentamente
y mira desangrar su sufrimiento.
Tortúralo,
arranca sus uñas con pinzas de metal,
introduce objetos gruesos eN su ano seco.
Arráncale la lengua.
Derrama la llama encendida de una vela sobre sus pezones.
Córtale los huevos.
Desgarra su oreja y habla con ella.
Su nariz también puede servir para divertir a un niño.
Observa cómo llora de dolor.
¿Te gusta?
Siente su respiración que borbotea.
Haz de él un pozo de la nostalgia.
Bebe su llanto en un cáliz inquisidor.
Escupe sobre su boca el cristal de tu desdicha.
Anda, sé miserable,
sé el verdugo de su hambre de muerte.
Pero jamás,
escúchame bien,
jamás,
le des un trabajo sin sentido.