viernes, 23 de marzo de 2012

VICTOR VIMOS



Menciona a:
Jorge Martillo
Ernesto Carrión
Gonzalo Escudero

Victor Vimos (Riombamba, 1985). Es miembro fundador del Proyecto Editorial Matapalo Cartonera; Integrante del Comité Organizador del Encuentro Nacional de Poesía Zarandearte (Riobamba, 2006, 2007); Merecedor del Segundo Premio Provincial de Poesía (Chimborazo, 2004); Primer lugar en el Concurso Provincial de Cuento (Chimborazo, 2005). Premio Nacional de Cuento “BIENAL JUEGOS FLORALES” (Ambato, 2007), Primer Lugar en el VI Concurso Nacional de Cuento “DIA DEL LIBRO Y DE LA ROSA” (Quito, 2010), Segundo Lugar en el Premio Nacional de Poesía “Bienal Juegos Florales” (Ambato, 2012). Sus textos han sido leídos en diversos espacios como el Encuentro Latinoamericano de Poesía Garganta Profunda (Quito, 2006), Centro Cultural Yacana (Lima, 2008, 2009), Festival de Poesía de Lima, (Lima, 2011); además constan en varias antologías y revistas nacionales así como de México, Perú y Argentina. Ha publicado: PERINOLA (Noctambulario Ediciones, 2007), PROLONGACIONES (Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2010), DRAGÓN (Sarita Cartonera, Lima, Perú, 2010), DESFIGURACIONES (Nulu Bonsai, Buenos Aires, Argentina, 2010), LOS POEMAS DEL BOXEADOR EN EL PUERTO (Yiyiyambo, Asunción, Paraguay, 2011). Actualmente cursa sus estudios en Antropología, colabora con la prensa escrita y la docencia. 


  • POÉTICA 

Tentativa Poética: trazado de líneas gruesas en búsqueda del fuego. 

Creo en la poesía como en el recuerdo. Creo en la escritura como el cordel por el que los muertos y el polvo regresan a los instantes donde felicidad y tristeza no tienen otro peso que lo fugaz. Así, el paisaje que impone el ritmo de lo dicho se vuelve uno con el formato de lo vivido. Creo en el poeta como uno de los tantos tejedores de este cordel. Creo en su labor como el ritual para escupir las astillas de luz y sombra, que por igual fermentan en los huesos de la sonrisa y la pena. Solo así entiendo la inutilidad de este intento. 


  • POEMAS

PLEGARIA DEL HIJO VENCIDO


nunca más la noche,

siempre la estrella disolviéndose en la mano,
la orilla donde la sal ha derrotado los huesos,
la pólvora atascada,
     espiga de infierno,
          en el corazón,

madre,
no queda lugar para la ternura en mi nombre,
los cuervos han nevado sobre mis ojos,
solo el eco de la marchitez guía los pasos,
solo eco de la marchitez
como una campana destrozándome el lomo,

enterré al hijo lejos de tus encajes
para que no atestiguaras su descenso:
furiosa caída en la que tragándose los paisajes y los soles,
terminó como el sedimento que envejece las cavernas,

nunca más la noche, 
siempre una sábana de bruma donde escribirte colores,
un pedazo de papel para imaginar que beso tu rostro de agua,

madre,
no queda lugar para la ternura en mi nombre,
la casa está consumida por la inmundicia,
las agujas del tiempo han arrinconado mi sombra al precipicio
donde espero tu regreso,
tu mano de menta, tu olor a tiza herida,
demasiado tarde descubrí mi parentesco con tus sueños,
ya era un hombre que masticaba animales con mis nudillos,
     un hombre solamente,
           madre, frente a la violencia de otras voces,

tuve tiempo para escupir sobre la inutilidad de los recuerdos
y lo malgasté recreando la infancia de lo ajeno,
no quiero la sangre que emana de mi boca,
la herradura que cargo en las cejas como decepción eterna,
un hombre solamente con las manchas de un abrazo
intentando sobrevivir al diluvio, 

nunca más la noche,
enterré al hijo, madre,
no queda un lugar para la ternura en
mi nombre.


RITO

ha muerto el hombre que yacía bajo mi piel,
su ebriedad irremediable, su locura intacta, su odio por el cigarro,
han quedado ahí, quietos, como pájaros petrificados junto a lo que un día fueron sus aposentos,
ha muerto temprano
no le ha sido necesario esperar al cura para descargar sus pecados,
su madre no ha estado para acariciarle las cicatrices,
apenas un ruido de mar embravecido lo ha visto partir,
ha muerto el hombre que yacía bajo mi piel,
se ha llevado la necedad de confundir el atardecer con angustia,
esa manía loca de creer que todas las canciones tristes estaban hechas para él,
no ha venido su hermana a cobijarlo con sus diminutivos,
su hermano ha estado lejos esta mañana en que ha muerto,
ahí quedan tiradas entre mis costillas
las cartas que escribía desenfrenadamente para contar de su hastío,
sus zapatos y camisas
cuelgan trístísimos en algún lugar de mi cabeza,
algunas hojas sueltas
y unas cuantas botellas ruedan por mis vértebras,
ha muerto simplemente
no ha permitido que su padre remonte las selvas para besarlo en la frente
que su perro aúlle de madrugada dolido por su agonía,
apenas un ruido de mar embravecido lo ha visto partir,
renunciar al latido de su descendencia
a la calma que encontraba en los brazos de su mujer,

ha muerto temprano
                                          yo estoy cargando con él.


*** 

de esta porción de tierra soy dueño 
yace aquí el esqueleto de mi infancia 

(colibrí que 
vaga tras un cometa 
adivinando la caricia del viento en la nada) 

pero no importa 
la muerte pegada a mi nuca crece en lugar del sol 
y los días se miden por el peso de mi sombra 

de esta porción de tierra soy dueño 
y todo lo que en ella se quiebre le incumbe a mis fantasmas: 

(escribo con la desobediencia de quien ama el cinismo 
escribo con la desobediencia de quien ama el cinismo) 

martes, 13 de marzo de 2012

YULIANA MARCILLO


Menciona a:

Pedro Gil
Hugo Mayo

Yuliana Marcillo Miraba (Chone, 1987). Poeta, narradora y periodista. Co-editora del diario manabita La Marea. Poemas suyos se han publicado en diarios, revistas y antologías impresas y digitales. Ex integrante del Taller literario Soledumbre de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, dirigido por el poeta Pedro Gil. Ha participado en algunos encuentros de poesía joven dentro de Ecuador. Coautura del libro Soledumbre (Mar Abierto, 2009). Autora del libro No debería haber mujeres buenas (Mar Abierto, 2011). 

  • POEMAS 

YO

Yo,
Tú alcantarilla favorita,
Amante perfecta para cerdos de trinchera.
Cola de pájaro, residuo de niño que se quedó dentro
Despojo que vive en humedad recia
La segunda, la tercera, la cuarta,
La flor que parece muerta,
Yo te pido que me dividas, que te dividas, que nos dividas.

La que te besa es un trapo tendido
Soledad que se convierte en cama
Si aparece la gente muere la gracia
Todo se jode y me convierto en masa
Preguntas y preguntas
Y me voy quedando sin respuestas
Como los domingos que nacen sin horas,
Cabellos que piden disculpas y luego se ahorcan.

Ya no escucho la noche,
Voy inventando, luciendo mentiras baratas
Te olvidas del mundo que en mi vientre sembraste
Ven, apoya la boca y espera que amanezca.

Yo,
Sucia, despeinada, llena palabras
Me dices estás bella.
¿Bella?
Pero si estoy hecha de soledad y tierra, te digo.
Y en el pelo llevo lágrimas que simulan ser liendres.
Insistes en comprar mantequilla y queso para la cena.
El amor carece de elegancias,
es el gato que pasea por mis calles.



DISIMULO

Disimulo que no tengo manchas
Que la leche está muy cara y por eso tomo agua
Le saco hasta la última palabra a mi libro mudo
Disimulo sonrisas que llevo abajo.

Letras sobrias que se encuentran encerradas,
Díganle que llevo la sangre sucia.
Que aún recuerdo cuando me besaba en la frente, en la gloria.
Sus dedos llegaban a lo oscuro y luego me decía, calma.

Cama es lo que sobra
Por eso mejor me trago las ganas.
Me mudo al siguiente año, quiero morir después y no ahora
Que soy amiga de los pescadores del parque cuando hay veda.

Camino a paso rápido.
Gasto minutos del día, ignoro la noche.
Me visto de negro y me voy de entierro.
El mar, las gaviotas nos miran y se excitan.

¡Qué le calmen el llanto que desayunó en dos años!
Yo la distraigo con cualquier chupete de feria.
Vemos juntas el amanecer y procuro que no queden señas,
En casa mi madre espera.

No me des flores, dame un revólver.
Quiero acabar la disfrazada Navidad.
Todo verde, todo rojo, la dicha de un día es un tiempo falso.

Y si me río sola, me amarran los brazos,
Diabla porque visto música negra, cuerdas sin reglas.
No soy lo que los loros desean,
Yo soy el barco y de tripulantes no quiero a cualquiera.


DÉJENME SER LA BALA

Mi vientre que no besas reclama en las difuntas noches.
Voy contra lo patético
Porque no tengo tiempo para consentir amores engreídos
Porque besos con lujuria encadenan la casa
Esconden el agua y envuelven la soledad en sonrisas frescas.

Si esta es una guerra, déjenme ser la bala.
¿Dónde se marca la diferencia si todos tenemos hambre?
Buscamos la presa más gorda, a la misma hora después de clases,
Ellos en la cama, nosotros encima de libros.

Tú le estás dando por la vagina y yo me estoy dando por los ojos.
Porque no duermo ¡maldita sea!
Privo la rutina con tal de escaparme.
Y es que ahí, en medio de tantas letras, me encuentro conmigo misma.
Demonia que chupa el agua bendita de una Pilsener
Que mastica a la agonía cual chicle viejo.
La vida se convierte en una masa,
Se aferra a un zapato viejo y se va secando hasta quedarse en nada.

¿Se da cuenta señor?, no se trata de una estrategia, para eso está el Gobierno.
Lo que salta de mi ventana es el insomnio,
Las consecuentes imágenes del Kamasutra que pasan por la tele,
A las diez y cuarenta y cinco, hora en que los niños sueñan con piernas,
Hora en que yo me cuestiono: la sombra o el credo.

Libertad o sangre, me dices.
Poesía o muerte te digo yo.
Que sea la muerte entonces, deja que ella venga despacito.
Se disfrace de Dios y nos embriague de placer.
Deja que termine en mi ombligo y limpie los canales que vomitan pescados.
Y desde allá arriba gritaré que te odio y dañaré mi himen a puñetazos.
Porque nadie merece manjar sin antes probar el infierno.
Porque no es cuestión de meter y sacar, si de todas formas me dejas jodida.