martes, 13 de marzo de 2012

YULIANA MARCILLO


Menciona a:

Pedro Gil
Hugo Mayo

Yuliana Marcillo Miraba (Chone, 1987). Poeta, narradora y periodista. Co-editora del diario manabita La Marea. Poemas suyos se han publicado en diarios, revistas y antologías impresas y digitales. Ex integrante del Taller literario Soledumbre de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, dirigido por el poeta Pedro Gil. Ha participado en algunos encuentros de poesía joven dentro de Ecuador. Coautura del libro Soledumbre (Mar Abierto, 2009). Autora del libro No debería haber mujeres buenas (Mar Abierto, 2011). 

  • POEMAS 

YO

Yo,
Tú alcantarilla favorita,
Amante perfecta para cerdos de trinchera.
Cola de pájaro, residuo de niño que se quedó dentro
Despojo que vive en humedad recia
La segunda, la tercera, la cuarta,
La flor que parece muerta,
Yo te pido que me dividas, que te dividas, que nos dividas.

La que te besa es un trapo tendido
Soledad que se convierte en cama
Si aparece la gente muere la gracia
Todo se jode y me convierto en masa
Preguntas y preguntas
Y me voy quedando sin respuestas
Como los domingos que nacen sin horas,
Cabellos que piden disculpas y luego se ahorcan.

Ya no escucho la noche,
Voy inventando, luciendo mentiras baratas
Te olvidas del mundo que en mi vientre sembraste
Ven, apoya la boca y espera que amanezca.

Yo,
Sucia, despeinada, llena palabras
Me dices estás bella.
¿Bella?
Pero si estoy hecha de soledad y tierra, te digo.
Y en el pelo llevo lágrimas que simulan ser liendres.
Insistes en comprar mantequilla y queso para la cena.
El amor carece de elegancias,
es el gato que pasea por mis calles.



DISIMULO

Disimulo que no tengo manchas
Que la leche está muy cara y por eso tomo agua
Le saco hasta la última palabra a mi libro mudo
Disimulo sonrisas que llevo abajo.

Letras sobrias que se encuentran encerradas,
Díganle que llevo la sangre sucia.
Que aún recuerdo cuando me besaba en la frente, en la gloria.
Sus dedos llegaban a lo oscuro y luego me decía, calma.

Cama es lo que sobra
Por eso mejor me trago las ganas.
Me mudo al siguiente año, quiero morir después y no ahora
Que soy amiga de los pescadores del parque cuando hay veda.

Camino a paso rápido.
Gasto minutos del día, ignoro la noche.
Me visto de negro y me voy de entierro.
El mar, las gaviotas nos miran y se excitan.

¡Qué le calmen el llanto que desayunó en dos años!
Yo la distraigo con cualquier chupete de feria.
Vemos juntas el amanecer y procuro que no queden señas,
En casa mi madre espera.

No me des flores, dame un revólver.
Quiero acabar la disfrazada Navidad.
Todo verde, todo rojo, la dicha de un día es un tiempo falso.

Y si me río sola, me amarran los brazos,
Diabla porque visto música negra, cuerdas sin reglas.
No soy lo que los loros desean,
Yo soy el barco y de tripulantes no quiero a cualquiera.


DÉJENME SER LA BALA

Mi vientre que no besas reclama en las difuntas noches.
Voy contra lo patético
Porque no tengo tiempo para consentir amores engreídos
Porque besos con lujuria encadenan la casa
Esconden el agua y envuelven la soledad en sonrisas frescas.

Si esta es una guerra, déjenme ser la bala.
¿Dónde se marca la diferencia si todos tenemos hambre?
Buscamos la presa más gorda, a la misma hora después de clases,
Ellos en la cama, nosotros encima de libros.

Tú le estás dando por la vagina y yo me estoy dando por los ojos.
Porque no duermo ¡maldita sea!
Privo la rutina con tal de escaparme.
Y es que ahí, en medio de tantas letras, me encuentro conmigo misma.
Demonia que chupa el agua bendita de una Pilsener
Que mastica a la agonía cual chicle viejo.
La vida se convierte en una masa,
Se aferra a un zapato viejo y se va secando hasta quedarse en nada.

¿Se da cuenta señor?, no se trata de una estrategia, para eso está el Gobierno.
Lo que salta de mi ventana es el insomnio,
Las consecuentes imágenes del Kamasutra que pasan por la tele,
A las diez y cuarenta y cinco, hora en que los niños sueñan con piernas,
Hora en que yo me cuestiono: la sombra o el credo.

Libertad o sangre, me dices.
Poesía o muerte te digo yo.
Que sea la muerte entonces, deja que ella venga despacito.
Se disfrace de Dios y nos embriague de placer.
Deja que termine en mi ombligo y limpie los canales que vomitan pescados.
Y desde allá arriba gritaré que te odio y dañaré mi himen a puñetazos.
Porque nadie merece manjar sin antes probar el infierno.
Porque no es cuestión de meter y sacar, si de todas formas me dejas jodida.