martes, 18 de noviembre de 2014

PACO TOBAR GARCÍA




(Quito, 1928 - Guayaquil, 1997). Poeta, dramaturgo, narrador, ensayista, periodista, crítico literario, diplomático y profesor universitario ecuatoriano. En poesía publicó entre otros libros: Segismundo y Zalatiel (1952), Naufragio y otros poemas (1962), Canon perpetuo (1969), Dhanu (1978) y Ebrio de eternidad (1992). Fundador del Teatro Independiente, una agrupación que animó la escena ecuatoriana desde 1954 hasta 1970. Entre sus piezas originales, cabe recordar las tituladas Las ramas desnudas, La dama ciega, Cuando el mar no existía y Las obras para el gusano. En la novela publicó: Pares o nones (Madrid: Ed. Planeta, 1979) -con la que obtuvo en España el Premio Marbella-, La corriente era libre (1979) y Autobiografía admirable de mi tía Eduviges (1991), esta última considerada unánimemente por la crítica como su obra maestra.


  • POSIBLE POÉTICA 

viejos progenitores, enseñadme
en esta edad abominable,
a perdonarme para siempre,
que al fin alguna
se allegue a mi primera casa
para soñar distinto.


  • POEMAS


TRENOS POR LA HECHICERA


IV

un día nos hastiamos de los ángeles,
de contemplar un cielo, gris enigma,
de la conformidad o la pureza,
y huimos a la selva, única madre,
para hartarnos
de ese olor tan profundo de la tierra
que únicamente sabe
a los gritos lejanos,
la humedad, el llanto.

¡ah, tantas veces la pureza es hueca!
hijos, somos nosotros, de lo ubérrimo.
sean prohibidos los desodorantes,
el artificio, la costumbre extraña
-quiero hundirme en el sexo de una loca
cuando los grandes árboles
protejan mi silencio
hasta que la naturaleza me sepulte.

nunca jamás a mi partida o lecho
llevéis más flores de papel,
partes matrimoniales.
quiero el humus,
la vida sola, abierta,
morirme en el olor
a vientre del recuerdo,
las axilas profundas
y la lengua exangüe.

del destino recóndito
ha de llegar una hembra con olor silvestre;
ella amará la música que escucho,
no me dirá que mahler está muerto; en mí perdura,
y zumbarán sus labios en mi oído
-toda la vida aspiraré en la entrega,
aunque ella sea de otro.
me moriré mordiendo hierbas duras,
me envolverá la tierra con sus ayes
y su olor será el alma que regresa,
ella, mi sueño, con olor a albahaca.



RETRATO DEL ARTISTA COMO UN CABALLO


Hay un momento, el más hermoso, cuando
bebo a solas;
entonces imagino ser un bruto
como son los corceles en los cuentos
de Dunsany, y galopo
sin tregua, con la brisa
verberando las ancas, y el sol en el hocico:
¡ah cuán mía es la tierra que golpean los cascos!

Soy un caballo
que corre desbocado hacia el abismo,
donde las olas
me rodean, me injurian como fieles
que persiguen a un santo.

Soy el instinto,
el animal más bello cuando salta,
el ser humano puro en agonía.

¡Ah si yo bebo solitario
en una madrugada:
escucho el nacimiento de las aves,
y el día es ese lento y elaborado ruido!

Ebrio, soy de la luz,
y la luz me desgarra
–sudo copiosamente mientras piafo,
y sólo me detengo al contemplar tan mansa
el agua quieta y muda y tu conciencia sola.

¡Cuán perfecta es la bestia
bebiendo siribunda esa porción de cielo,
porque el ebrio de veras no distingue
entre el agua sin mácula
y ese cuerpo desnudo que se beben mis manos!

Bello es el bruto
en el instante del deseo
–no existe otro momento comparable
al del orgullo que brutal lo impulsa,
porque la tierra carece de límites,
es la mentira, el sueño,
el riesgo que nos vuelve los testigos
de la constante creación.

Miro el océano:
ésta es la calma donde todo empieza,
donde terminan
los trabajos comunes y la angustia;
mas antes de cumplir con este reto,
hasta caer borracho y ser espuma
que rebosa, canto
–relincho de aquel bruto que corriera sin dueño
y hace un rato volara por los aires
como vuelan los ebrios
al combatir con los gigantes,
sólo aspas de molino por el aire agitadas.




HIMNOS A SYDIA


V

¿Por qué he venido a buscarte en lo más lóbrego del bosque?
¿Acaso eres el gamo que se esconde al sonar las trompetas de la cruel cacería?
Tú eres la Luz, la Vida, la verdadera vida que se opone
a las caricias falsas de quien persigue al hombre
y al fin rehuye el íntimo abrazo donde un instante asoma la eternidad!

Pero también te he perseguido en otros sitios innombrables
y he llorado de vergüenza, porque estabas desnudo,
aunque yo haya perdido esa triste vergüenza de la carne.
Te he buscado en la senda anochecida, en los cuerpos yacentes
de las mártires que hacen ofrenda de sus lágrimas a los dioses
de arcilla,
en la pagoda iluminada por los bonzos flameantes y en el circo,
mientras giraban las cometas y el Gran Oso imponía espanto en
la salvaje muchedumbre.
A veces, en el lecho, después de haber saciado mi boca con
inmundas promesas
y atado tu silencio a mi silencio, como un perro a la cola de
otro perro,
creyendo que te odiaba, he llegado hacia ti...
y aun en ese instante supremo te he negado!
Para mí no han existido la casa más oscura ni el burdel
suspendido en las breñas como un encantamiento;
donde los hombres temen aventurarse,
he llegado y he visto, a través de los toscos vitrales de Chagall,
en la vacía oscuridad tu Cabeza sangrante
y he escuchado los golpes del martillo! Y tus manos
seguían intactas como extrañas mariposas!

Pero jamás he andado como ahora tan cerca de la muerte,
en la ciudad que envuelve como una soga el río lentamente,
complaciéndome en lerdos pensamientos de lujuria y destrucción.
Puedo decirte ahora: que ya conozco todas tus iglesias,
donde otra oscuridad, diferente de todas, parecida a la ausencia
es apenas un Eco de tu Voz que resuena en el desierto...

He vagado en las calles sin alma, dentro del imposible,
alejándome en círculos de mí mismo, a sabiendas,
con esta culpa que me roe, los filísimos dientes en el pulso,
y he estado en la mitad de la tierra
cuando los grandes vientos
se llevan nuestras súplicas,
se llevan de la tierra vacía, que gira inútilmente
mientras los ebrios cantan cogidos de la mano!
Amanecí desnudo como Tú, colgando de mi sombra
y vi a mis pies
animales inmundos que hociqueaban entre los desperdicios!

Señor, te amé desesperadamente
con las uñas,
con los pies y las manos, a pesar del infierno,
con esta fuerza ajena de todos los sentidos!
Te he gritado, te he oído, te he palpado y hundido mis manos
en tus llagas:
te he mascado como un caballo al freno
y, sin embargo,
no seguiré tu huella
y me rebelaré contra mis padres y las leyes brutales y ordinarias
hasta que un día tomes mi cuerpo entre tus brazos
y des término al día y en la noche descanse
como un perro sin amo a la orilla del Templo!